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lunes, 8 de noviembre de 2010

La diferencia esta en el cerebro

Aunque fue feminista durante los años ‘80, la vida académica le permitió llegar a una teoría que hoy enervaría a cualquiera de sus ex compañeras de militancia: “El asunto es que hombres y mujeres somos biológicamente distintos. Y la diferencia radica en la constitución de nuestro cerebro”, señala la doctora Louann Brizendine, médica clínica (especialista en neurobiología) y autora de dos libros de divulgación científica, que mezclan anécdotas personales con un toque de humor y son best-seller en el mundo entero: El cerebro femenino y El cerebro masculino, dos tomos que abordan una misma cuestión: ¿qué nos pasa a hombres y mujeres por la cabeza? Apuntan a determinar por qué razón nos cuesta tanto a unas y a otros comprender el porqué de nuestros respectivos actos, muchas veces controversiales para el otro sexo.
¿Qué plantea la doctora Brizendine? Que el cerebro, inicialmente es femenino. Que la mujer es más emotiva y comunicativa, y tiene un cerebro más complejo que el del varón, aunque se verá realmente sometido a los cambios hormonales que la acompañan desde la adolescencia hasta la menopausia. Que el hombre tiene una mayor porción del suyo dedicada a pensar y ocuparse del sexo, y que su cerebro es más grande. Esas son sólo algunas de las cuestiones que aborda, además de apuntar a cómo la medicina y la tecnología en conjunto han permitido aportar datos significativos acerca de cómo funciona ese mecanismo maravilloso, preciso pero insondable, en el que se mezclan ideas, recuerdos, aprendizajes y funciones de todo el organismo.
“Actualmente disponemos de nuevas tecnologías como la resonancia magnética funcional, que permite a los científicos tomar imágenes de nuestros cerebros vivos y en pleno funcionamiento, a través de un escaneo cerebral”, explica en diálogo con Para Ti desde San Francisco, Estados Unidos, donde actualmente trabaja como profesora titular de psiquiatría clínica en la Universidad de California. Y aunque se mueve en el marco de seriedad que suponen los claustros académicos, en ningún momento pierde de vista el humor, uno de los condimentos que hacen su tarea científica comprensible para todos, a través de un lenguaje llano y de una personalidad histriónica.
DE LA CABEZA. “Quería compartir mi experiencia con los pacientes y con la gente en general. Escribí primero El cerebro femenino, porque durante varios años muchas mujeres ajenas al mundo de la medicina me pedían que les recomendara libros que con un lenguaje sencillo les dieran la posibilidad de leer acerca de la manera en que operaban las hormonas en su cere bro. Pero nunca podía encontrar un libro que reuniera esas condiciones para indicarles que lo leyeran. ¡Así que decidí escribirlo yo!”, refiere la doctora Louann Brizendine acerca de su trabajo de años como directora de la Women´s Mood and Hormona Clinic, la clínica que fundó en 1994 para observar y tratar los estados del cerebro femenino, y cómo la neuroquímica y las hormonas pueden afectar el humor de las mujeres.
“La realidad neurológica de una mujer no es tan constante como la de un hombre, sino que es cambiante y difícil de predecir. En la etapa fértil, cada día de una mujer es diferente a los otros”, describe. E incluso critica al psicoanálisis, en la forma en que, en ocasiones, aborda la problemática femenina: “El problema es que se sigue aplicando del mismo modo que hace un siglo, no ha evolucionado. Y hay desajustes neuroquímicos de las mujeres que no se solucionan con una terapia psicológica”.
Tiene con qué sostener lo que escribe: culminó su licenciatura en Neurobiología en la Universidad de Berkeley, se graduó de la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale e hizo su internado y residencia en la Harvard Medical School. También se ha desempeñado como profesora en la Universidad de Harvard y en la de California. Terminó de escribir sobre el cerebro de las mujeres en 2006 (fue traducido a 26 idiomas y ya va por su 13ª edición) y después de su gran éxito decidió abordar la cuestión cerebral masculina en el libro que acaba de publicar y en el que escribe: “Ahora sé, por mis veinticinco años de trabajo clínico e investigación, que tanto los hombres como las mujeres desconocen los instintos biológicos y sociales que impulsan al otro sexo. Las mujeres podemos amar a los hombres, vivir con los hombres y tener hijos varones, pero no entendemos a los hombres ni a los niños”.
¿Por qué decidiste, finalmente, estudiar a los hombres? Después de la aceptación que tuvo mi anterior libro, quería seguir trabajando en el tema. Necesitaba abordar la cuestión por una necesidad personal: tengo padre, marido, un hijo y amigos varones. Entonces, de alguna manera, el libro me iba a servir también a mí. ¡Y además mi padre y mi marido me pedían que escribiera algo para ellos!
Ambos libros plantean que es muy importante descubrir las diferencias cerebrales entre mujeres y hombres. ¿Por qué? Los seres humanos ya sabemos que mujeres y hombres tenemos diferencias en el comportamiento, en los intereses y en las expectativas culturales, lo sentimos desde que somos nenas y nenes. Pero recién estamos empezando a ver que existen distinciones biológicas fundamentales: las últimas investigaciones sobre el cerebro muestran cómo las diferentes hormonas nos estimulan de manera diferente, de acuerdo a nuestro sexo.
¿Cuándo comienzan a notarse esas diferencias? Hoy sabemos que el cerebro de todos los fetos es femenino hasta las ocho semanas de gestación, es decir que la naturaleza determina el género femenino ‘por defecto’. Pero cuando aparecen los testículos, los futuros varones empiezan a segregar grandes cantidades de testosterona y ‘riegan’ los circuitos cerebrales con esa hormona, matando algunas células en los centros de comunicación y haciendo crecer otras en los centros sexuales y de agresión. En los fetos femeninos, el cerebro inicial continúa creciendo sin perturbaciones, y se desarrollan más conexiones en los centros de la comunicación y de la emoción.
Además de datos científicos, los libros incluyen anécdotas personales y un toque de humor. En un ámbito tan conservador como el científico, ¿qué opinaron tus colegas? Tanto mi equipo de trabajo como otros colegas han sido un gran apoyo para mi libro, porque muchos trabajaron conmigo o compartieron sus propias investigaciones. A menudo, además, muchos médicos que me conocen le entregan o le recomiendan a sus pacientes que lean mis libros para comprender mejor alguna situación que les toca atravesar.
¿Quiénes son los que más te critican? Algunas feministas académicas, a las que nos les gusta mi trabajo porque creen que ‘todos los géneros se construyen por la cultura’. Los machistas tampoco se sienten muy cómodos cuando explico que las mujeres tenemos una mayor inteligencia emocional. Pero la polémica sobre quiénes somos más inteligentes, si los hombres o las mujeres, no tiene sentido... el promedio de coeficiente intelectual entre unas y otros es el mismo. Nosotras y ellos podemos hacer las mismas cosas: dedicarnos a la política, ser médicos, artistas o astronautas.
<¿Cómo cambió tu propia relación con los hombres después de estudiarles el cerebro?< Mejoró mucho, porque comprendí por qué mi marido o mi hijo se comportaban de una manera tan distinta a la mía. Pero algunos de mis pacientes hombres se pusieron a la defensiva con la información y empezaron a hablarme con mayor timidez. “¡Sabe demasiado acerca de lo que está pasando en mi cabeza, me da vergüenza hablar con usted!”, me decían.
Ahora que tenemos información acerca de cómo funciona nuestro cerebro, ¿qué deberíamos hacer las mujeres al respecto? Deberían tomar la información, analizarla y luego utilizarla, para que eso las ayude a saber qué es lo que quieren y qué es lo que necesitan. Además, la idea de mi libro es que comprendan mejor quiénes son y por qué, y eso las haga capaces de explicárselo luego a los hombres, para que ellos aprendan a respetar esas diferencias.
¿Qué te dicen los lectores acerca de tus trabajos? Todos los días tengo muchas cartas de lectores y comentarios en Facebook sobre cómo la lectura de mis libros les ha cambiado la vida. ¿En qué sentido? En que les ayudó a sentirse mejor con ellos mismos y con el comportamiento de sus parejas. Además, muchos estudiantes de medicina me escriben para contarme que a través de mis trabajos han decidido cambiar sus estudios hacia la neuroendocrinología, que es el análisis del comportamiento y de las hormonas.
¿Por qué creés que tus libros tienen tanto éxito?< Creo que mis libros son populares porque ayudan a explicar muchos misterios acerca de los sentimientos, las emociones y, sobre todo, acerca de las relaciones, el amor y el sexo. Y también porque abordo la cuestión de la maternidad y de la paternidad, y sobre cómo maduran los cerebros de hombres y mujeres luego de tener un hijo.
En El cerebro masculino decís que el cerebro del hombre es más grande que el de la mujer y sin embargo se trata de un texto con menos páginas que El cerebro femenino. ¿Qué pasó ahí? Bueno, sí, es verdad: el libro sobre cómo piensan y actúan los varones tiene unas cuantas páginas menos, pero no hay una razón en particular, se dio así. Aunque cuando le dije a mis conocidos que iba a escribirlo, todo el mundo siempre bromeaba diciendo: “¡Pero no se necesita un libro entero para explicar en qué piensa un hombre… basta apenas con un panfleto!” Es un hecho que lo masculino se considera simple y lo femenino, complejo. El tema es que ambos cerebros son mayoritariamente muy similares. Después de todo, pertenecemos a la misma especie. Las diferencias, justamente, están en las hormonas y en las reacciones químicas que generan. ¡Es por ellas que los hombres siempre dicen que no hay forma de entendernos!

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