“Hay más especies camino de la extinción que en vías de recuperación”, dijo ayer el investigador Stuart Butchart, de la organización BirdLife International. Butchart y otros casi 200 científicos han elaborado un informe sobre el estado de la biodiversidad que muestra la ambivalencia de la acción humana.
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Por un lado, el hombre ha provocado que el 20% de las especies de vertebrados estén en peligro de extinción. Pero, al mismo tiempo, la implantación de medidas conservacionistas en los últimos años ha atenuado la agresión humana.
Coincidiendo con la Convención sobre Diversidad Biológica (CDB) en Nagoya (Japón), que concluye el próximo viernes, este amplio grupo de científicos ha querido revelar el mal estado de salud por el que pasa buena parte de los animales en el proyecto El impacto de la conservación en el estado de los vertebrados del mundo, que publicará la revista Science este viernes. Los datos de 25.780 especies que aparecen en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) muestran cómo una quinta parte de los anfibios, reptiles, aves, peces y mamíferos está amenazada. Peor aún, la lista no ha dejado de crecer desde 1988.
¿La causa? Los científicos señalan al hombre que, de forma directa (mediante la sobrepesca, la caza o la extensión de la agricultura), está acabando con los ecosistemas. Otras acciones humanas que han disparado el cambio climático también tienen un impacto indirecto en el deterioro de la salud animal del planeta. Aunque los vertebrados apenas son el 3% de las especies, son piezas clave en todos los ecosistemas. La Lista Roja clasifica a los animales en ocho categorías, desde casi amenazados hasta extintos. Su estado de salud es un termómetro del estado de la vida.
El camino de la extinción
El responsable de la Lista Roja de la UICN, Craig Hilton, dijo en la teleconferencia que los datos no le habían sorprendido: “Me preocupa más que estas cifras van a peor a medida que pasa el tiempo”. Por ejemplo, entre los anfibios (la categoría más dañada en los últimos años), 662 especies han perdido puestos en la lista, acercándose a la última categoría, la de extinción. Unas 150 especies de mamíferos han perdido al menos una categoría. Como media, 52 especies han entrado en la Lista Roja o perdido puestos en los últimos 22 años.
Aunque la mayoría de las especies podrían recuperarse si se eliminan las amenazas que las acechan, en el 16% de los casos ya todo está perdido. Algunos pájaros, como el kamoa (Myadestes myadestinus) de las islas Hawai o el zampullín de Alaotra (Tachybaptus rufolavatus) de Madagascar ya han desaparecido. Otras nueve especies de anfibios se han extinguido desde 1980. A pesar de que entre los extintos no hay mamíferos, todo apunta a que el delfín del río Yangtsé (Lipotes vexillifer) ya no existe.
El papel del conservacionismo
El artículo reserva su segunda parte a analizar el papel que han tenido las políticas conservacionistas puestas en marcha en los últimos años. Las cifras en bruto revelan que, del total de 928 especies que cambiaron de estado en la Lista Roja, 68 fueron a mejor. Una de ellas fue el sapillo balear o ferreret, uno de los pocos anfibios que se han salvado gracias a la lucha contra las especies invasoras.
Los científicos estiman que, de no mediar alguna medida de conservación, el índice de la Lista Roja habría empeorado un 18% más en el caso de los pájaros y los mamíferos. Así, 29 especies de estos se han alejado de la extinción desde 1996. Por su parte, 39 tipos de pájaros han mejorado su situación. La bióloga Ana Rodrigues, del Centro francés de Ecología Funcional y Evolutiva, puso el ejemplo positivo de México: “En los últimos años ha prohibido la captura y exportación de crías salvajes. México era la principal fuente del comercio de pájaros”.
Pero es una excepción. El impacto positivo de las políticas proteccionistas se queda generalmente en el norte del planeta. De hecho, las zona de América central , Andes y Amazonia son, junto a la del sureste asiático, las que más especies tienen en vías de extinción. La acción humana es aquí evidente. La extensión de la agricultura por medio de la plantación de vegetales para la exportación (como soja y caucho, por ejemplo), la recuperación de tierras al bosque para dedicarlas a plantaciones de arroz (por el aumento de la población) o la tala para la exportación de maderas han acelerado la destrucción de los hábitats asiáticos más que ningún otro de los terrestres.
Apoyados en su trabajo, los científicos no creen que el objetivo de revertir la pérdida de biodiversidad para 2020 que se está discutiendo en Nagoya sea realista. Para conseguirlo, dicen, habría que multiplicar por diez el dinero dedicado a la conservación. Debería doblarse la extensión de las áreas protegidas y establecer obligaciones legales. “Si la conferencia no consigue alcanzar un acuerdo, creo que las cosas se pondrán muy negras”, aseguró el biólogo Richard Durbin, coautor de un segundo trabajo, también en Science, que dibuja una serie de escenarios para la biodiversidad en las próximas décadas.
Futuro de la biodiversidad
Si la primera investigación muestra el deterioro de la biodiversidad, este trabajo imagina su futuro. Usando datos actuales y tendencias esperadas, un equipo de 23 científicos estima que la extinción de especies no se va a detener en este siglo. Para calcular sus escenarios han usado proyecciones de la población, emisión de gases de efecto invernadero o la evolución de las sociedades humanas. Incluso en el mejor de los escenarios, la tasa de extinción será la más elevada “desde el registro fósil del Cenozoico”, escriben.
Pero en algunos escenarios hay esperanza. Si se desaceleran el cambio climático y el proceso de deforestación, los sistemas ecológicos podrían ralentizar su deterioro. Las medidas de intervención política deben tomarse ya. Una de ellas es la creación de un panel intergubernamental para la biodiversidad (IPBES) similar al formado para afrontar el cambio climático para que los científicos alumbren el camino de los políticos.
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